Julia Alvarez Iguña

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Recordando a un grande del golf: Severiano Ballesteros

14 de mayo de 2011


Tuve la oportunidad de conocer a Severiano Ballesteros años atrás y compartir con él una cena.Había venido a Buenos Aires para participar en un torneo junto a Vicente Chino Fernández y a Eduardo Romero.
Severiano poseía una gran personalidad y un fuerte carisma. Continuamente sonreía en las conversaciones y relataba sus experiencias en los torneos con la humildad de los grandes.
Se crió en España procediendo de una familia muy pobre y al igual que otros grandes del golf, como Ben Hogan y Walter Hagen, se inicío en el deporte como caddie.
Desde el momento en que su hermano Manuel le dio su primer palo de golf a los siete anios, un hierro 3, fue imparable; jugaba tiros que otros sólo podían imaginar. Todo su juego se realizaba con ese solo palo, con un gastado hierro 3 ya que era el único que tenía y lo jugaba desde el bunker, como putt o driver.

Esto lo llevó a un juego creativo e instintivo, ya que cada tiro no dependía del palo que utilizara sino de la habilidad con que lo realizaba. No se centraba en el swing, sino en el objetivo de meter la pelota en el hoyo desde cualquier lugar. Si la pelota se encontraba tras de un árbol, no se quedaba en el error, en la mala suerte o tratando de chequear su swing, sino que buscaba el hueco por donde sacarla y enviarla al green. Uno de sus recordados tiros fue cuando hizo birdie después de jugar de un área de estacionamiento de autos durante su Open Británico en 1979 y ganar.
Sus grandes éxitos fueron el resultado de su actitud intuitiva y creativa, de su juego orientado a meter la bola en el objetivo y no orientado en la perfección mecanicista del swing. Su fuerte era el juego corto, su contra como todo buen gallego, la falta de paciencia y sus enojos.

Solía recordar cuando era chico, jugar en el patio de los caddies con monedas y con un palo enviar la moneda a un objetivo establecido. Nadie le podía ganar. Utilizaba todo el poder de su percepción y actuaba según lo que quería hacer. Sin saberlo, se estaba manejando con el principio según el cual la mente reacciona según el impulso que llega al cerebro.
Así se fue transformando en un agresivo jugador de golf. Cuando practicaba solía poner todos los palos frente a él, tirando pelotas con diferentes palos, jugando hoyos y situaciones imaginarias e inventando jugadas en su mente y resolviéndolas tal como si fuera en una situación de competencia. Con el correr del tiempo fue dándose cuenta que su swing tenía que mejorar si quería seguir entre los primeros del ranking. Fue así que comenzó a tomar clases con los más renombrados gurúes del golf. Su swing mejoró, pero al caer en la parte mecánica de la técnica perdió su intuitiva manera de jugar. La saturación de objetivos, acabó arruinando su creativo juego, desarmando su espontáneo swing.
En el golf encontramos dos clases de jugadores: los racionales o científicos que se basan en las teorías mecanicistas del swing y los intuitivos, los artistas del golf, los creativos, los que actúan sin un previo análisis y se basan en la intuición de la percepción. Son los que juegan por sensación, los que actúan según lo que perciben en el entorno. La contra de los intuitivos es que muchas veces no miden el peligro y juegan al límite al revés de los racionales que miden y calculan todo.
Unas semanas antes de su decimoséptimo cumpleaños se convirtió en profesional y finalizó su carrera con noventa y cuatro victorias como profesional, incluyendo 5 Mayors, 6 de la Orden Europea de los títulos de Mérito y la posición Nro 1 en el Ranking Mundial Oficial.
Sin embargo, no pudo ganar su partido más difícil en la lucha contra el cáncer de cerebro que se lo llevó a pesar de su implacable lucha contra esa terrible enfermedad, soportando el dolor y el sufrimiento que lo acompañó en sus últimos años. Seve decía que su pelea con su cáncer era "el tiro más importante de su vida" y que estaba "luchando por ganar su sexto Mayor".
Severiano se convirtió en un fenómeno deportivo, un deportista que trascendió y que ya forma parte de una de las leyendas del golf. Hoy en día detrás de cada adolescente que lleva el nombre de Severiano hay un padre golfista que lo admiraba como persona y jugador. Hasta mi hijo nacido en el ochenta en plena “era Ballesteros” casi también lleva su nombre.

Tal fue la trayectoria de su persona, Severiano, “el matador”, “el toro embravecido”, el jugador de capa y espada, que llegó a ser el golfista más intuitivo y creativo del golf.
Severiano jugó su último olé del matador el pasado 7 de mayo con la entereza y la grandeza que sólo poseen los grandes.